Vocabulario. Aspectos metodológicos

La comprensión es anterior a la expresión (acceso y evocación).

A pesar de que nuestro alumnado aprende una gran cantidad de vocabulario de forma incidental en el hogar, existe evidencia de que la enseñanza explícita y directa del léxico y su organización es necesaria para el avance en esta dimensión del lenguaje.

En el aprendizaje de vocabulario tiene gran influencia la atención, la motivación y la funcionalidad. Es importante planificar el trabajo del vocabulario ligado a los momentos cotidianos (asambleas, rincones, ambientes y otras rutinas) y proyectos del aula e introducir de forma transversal el vocabulario básico.

Las  actividades propuestas han de ser: contextualizadas, ligadas a sus conocimientos previos, experiencias, intereses y que sean lúdicas, participativas y activas.

Aprender vocabulario es un proceso dinámico de reestructuración continua y es fundamental la participación activa del aprendiz. Los materiales usados deben fomentar actividades interactivas.

A tener en cuenta para  elegir las palabras a trabajar:

    • No  muchas. 10 por semana.
    • Léxico autónomo (verbos, nombres, adjetivos, adverbios).
    • Léxico relacional o funcional (determinantes, preposiciones, conjunciones, pronombres) teniendo en cuenta su papel en las nociones semánticas de temporalidad, causalidad, finalidad,…
    • Palabras de alta frecuencia (de la vida diaria, nivel conversacional), media (académico general) y baja (vocabulario académico específico del tema que se está viendo), pero sobre todo de media frecuencia.
      El sistema de almacenamiento de palabras tiene base fonológica y semántica por lo que en su enseñanza  tener en cuenta ambos aspectos conduce a una mejora en el aprendizaje del vocabulario.
    • exposición lenta,  con presentaciones repetidas, durante varios días (hay que ir poco a poco)
    • poner en juego la conciencia fonológica: segmentándolas en sílabas y fonemas, (Ej.: quiero una fre-sa, ) y la vecindad fonológica (parecido fonológico con otras palabras),
    • situar la palabra a aprender al final de la frase y focalizando la atención del niño/a: prolongando la palabra (estrés enfático: quiero una freeessssa), susurrar o gritarla; señalar el objeto correspondiente…
    • tener en cuenta la morfología de la palabra comparándola con otras.
    • acompañarla de imágenes (que representan su definición) y/o gestos (que faciliten su producción),
    • considerar la expansión contextual (utilizando las palabras en frases se facilita su aprendizaje)
    • hacer y responder preguntas sobre el significado, trabajando la definición, haciendo asociaciones entre palabras relacionadas, clasificaciones, categorizaciones,…
    • utilizar organizadores visuales (mapas semánticos, mapas conceptuales,…)

Los programas que combinan la instrucción explícita (con condiciones   altamente  informativas: definiciones sencillas   y  numerosos  ejemplos  de   cómo   pueden   usarse los términos nuevos) e implícita (el  aprendizaje   de   las   palabras  desconocidas   se   hace   por   medio  de   su   exposición   incidental:   durante   actividades   de  lectura   compartida   de   libros, en las rutinas diarias de aula, canciones, poemas….) y que ofrecen numerosas prácticas significativas son más eficaces. 

La REPETICIÓN  es un recurso muy eficaz.

Aquellas intervenciones que han tenido en cuenta múltiples niveles de apoyo como diferentes agrupaciones y niveles de  intensidad han obtenido mejores resultados (modelo RTI).