Antes de cualquier actuación, es necesario evaluar la situación con precisión. La finalidad no es establecer un inventario de los problemas del alumno, sino que habrá que entenderlos en el entorno en que éstos se producen y extraer un modelo explicativo del estado actual de la situación con el que podamos vertebrar una intervención lo más ajustada posible.
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Fases de la Evaluación Conductual
1.1 Definición de las Conductas Problema
Consiste en la identificación y concreción de las conductas que evidencia el alumno (desadaptadas por exceso, por defecto, o no compatibles con la dinámica del centro) y de las condiciones particulares en las que lo hace, hecho que en no pocas ocasiones resulta dificultoso. Sin embargo, debemos concretar el qué está ocurriendo en términos precisos que faciliten la operativización de las vivencias en datos cuantificables o mensurables y que no permita la ubicación del problema en unas coordenadas lo más objetivas posibles.
Si además, ese conjunto de conductas no adaptativas se acompaña de información sobre conductas alternativas, estaremos precisando hacia dónde se encaminará la definición de las conductas-objetivo y trazando el esquema de lo que será la intervención modificadora concreta.
Hecho esto y priorizando los objetivos, resultará más fácil seleccionar y diseñar los métodos de recogida de información necesarios.
1.2. Recogida de Datos
Se podrán realizar observaciones, pruebas estandarizadas, entrevistas, registros, cuestionarios, etc.
En el apartado de «Recursos» se incluyen ejemplos de los instrumentos citados.
1.3. Análisis de los Datos
a) Análisis topográficos:
Consiste en identificar, por un lado, las manifestaciones y conductas que presenta una persona en los 3 sistemas de respuesta: motoras, fisiológicas y cognitivas. Por otro lado, en precisar los parámetros de las mismas: frecuencia, duración e intensidad.
El triple sistema de respuestas es el modo de responder de cada persona ante las distintas situaciones y problemas.
- Respuestas motoras: Aquellas respuestas que muestran lo que la persona hace o no hace. Son respuestas visibles, y observables por los demás, de ahí que también se las denomine externas. Incluye los actos motores, conducta verbal y no verbal.
- Respuestas fisiológicas: hace referencia a las distintas sensaciones físicas que experimenta la persona. La mayoría son sensaciones que ocurren dentro del organismo, por tanto, internas, y no son observables por los demás. Por ejemplo: palpitaciones, tensión muscular, aumento de la presión sanguínea, etc. Algunas pueden ser observables y por eso podría incluirse también como respuestas externas, y son, entre otras, la sudoración, llorar, enrojecer, temblar…
- Respuestas cognitivas: Se incluyen los pensamientos, imágenes, opiniones, creencias, atribuciones, sentimientos, etc. A diferencia de las respuestas motoras, las respuestas cognitivas no son observables por los demás.
Estos niveles de respuesta están interrelacionados en todas las personas, aunque el nivel afectación no es sincróno, es decir, en cada persona y cada situación se responde en cada nivel con una mayor o menor afectación.
Para completar el análisis topográfico es importante cuantificar distintos parámetros, con el fin de determinar si el problema se manifiesta por exceso o por defecto, y para establecer la línea base de la conducta problemática. Los parámetros utilizados son:
- Frecuencia: se refiere al número de episodios de una conducta por unidad de tiempo
- Duración: hace referencia al tiempo que duran los episodios de conducta
- Intensidad: supone la fuerza con que se emite la respuesta
Una vez definidas las conductas-problema a través del análisis topográfico, la evaluación ha de completarse con la determinación de las variables que controlan dichas conductas. y para ello se recurre al análisis funcional.
b) Análisis funcional:
Tendrá como objetivo analizar la información relacionada con cada uno de los elementos básicos y determinar las relaciones establecidas entre ellos.
Consiste en identificar las variables antecedentes y consecuentes, tanto externas como internas, que controlas una conducta, un problema o un trastorno, y en establecer las relaciones de contingencia entre tales variables y dicho problema. Los elementos que forman parte del análisis funcional son: estímulos antecedentes, variables orgánicas, respuesta de la persona y estímulos consecuentes.
- Estímulos antecedentes: Son aquellos acontecimientos que ocurren inmediatamente antes de la emisión o aparición de una conducta problema y que guardan una relación funcional con la misma
- Variables orgánicas: Son determinadas características específicas de cada persona que se encuentran presentes y que son capaces de interferir y contribuir al mantenimiento de la conducta.
- Determinantes biológicos: pueden ser anteriores y actuales. Los anteriores responden a factores hereditarios, perinatales o prenatales (parada cardíaca, anoxia) que aparecieron en el pasado pero cuyas consecuencias se encuentran en el momento de la evaluación. Su existencia puede actuar interfiriendo y manteniendo el problema, por lo que hay que tenerlos en cuenta a la hora de diseñar el tratamiento. Los actuales incluyen factores como enfermedades, traumatismos o indisposiciones transitorias o crónicas, los efectos secundarios o colaterales de la ingesta de fármacos, la fatiga, etc. Que alteran el equilibrio físico y orgánico de la persona.
- Repertorio de conductas que posee el alumno, y que nos va a permitir sustituir las conductas problema por conductas más adaptativas (o una aproximación a las mismas).
- Historia de aprendizaje: consiste en los modelos que ha tenido la persona a lo largo de su vida que han producido un efecto negativo o que han fomentado la utilización de recursos inadecuados de cara a su funcionamiento del problema existente.
- Respuesta: Descripción de las conductas emitidas por el alumno.
- Estímulos consecuentes: Son aquellos acontecimientos que ocurren inmediatamente después de la aparición de la conducta-problema y que inciden sobre que el problema se mantenga.
- Externos: son los efectos o cambios que se producen en el entorno del alumno y que con su actuación contribuyen al mantenimiento del problema. Ejemplo: los compañeros se ríen cuando el alumno hace un comentario inapropiado.
- Internos: son los efectos o cambios producidos en la propia persona y que se convierten en mantenedores del problema. Ejemplo: la disminución del nivel de ansiedad en un alumno con mutismo selectivo al evitar la situación de hablar delante de todo el grupo.
2. Otros Aspectos a Evaluar
Los comportamientos problemáticos suelen condicionar y dificultar el desarrollo y funcionamiento socio-emocional, cognitivo y curricular de la persona que los muestra, por ello es importante valorar también estos aspectos.
Por otra parte, las conductas no se producen en el vacío, tienen una finalidad y actúan como un mecanismo de relación y reacción social. Por tanto, la evaluación ha de ampliarse al contexto natural y social (profesores, padres, compañeros…).
En relación al alumno/a
En relación al contexto
2.1.El alumno
a) Dimensión cognitiva académica:
Se trata de determinar el nivel de aptitud, habilidades, nivel de desarrollo y capacidad, factores muy importantes a la hora de determinar las estrategias a aplicar.
Por otra parte, ha de evaluarse la competencia curricular y el estilo de aprendizaje, para conocer si la respuesta curricular favorece una respuesta comportamental ajustada.
Las habilidades sociales del individuo y su grado de integración determinarán el tipo de intervención. Asimismo, la autoestima, las atribuciones y expectativas que hace o tienen el alumno condicionan el tipo de intervención.
Se valorará la dificultad de asunción de roles sociales, la incidencia de las medidas disciplinarias y las habilidades sociales, así como la motivación, locus de control, autoeficacia, nivel de ansiedad, autoconcepto y autoestima.
2.2.El contexto
a)Estructura organizativa:
El tipo de estructura organizativa de la familia y la escuela condiciona las posibilidades de intervención.
b) Clima escolar y familiar:
El clima que rodee al alumno (relación entre el alumnado, entre el profesorado y el alumnado, relaciones familiares, estilo de autoridad, etc.) hará fluctuar sus conductas en cada momento y cada tipo de clima permite diferentes tipos de intervención.
Se valorará el clima del aula en función de factores de organización y sistema social, características físicas del aula, relación alumno- profesor, características de los alumnos.
c) Estilo de enseñanza:
Los estilos de enseñanza condicionan las interacciones en el aula. Cada profesor tiene una serie de recursos didácticos que pueden encajar mejor o peor con el estilo reactivo del alumnado que presenta problemas de comportamiento.
d) Experiencia:
Un profesorado experto en el tratamiento de este alumnado podrá transferir su aprendizaje, con lo que su intervención será más rica. Se valorarán las cogniciones previas del profesorado y las adquiridas ante el alumno en concreto.
e) Las cogniciones, atribuciones y expectativas:
Las ideas, pensamientos que tenemos sobre el alumno, lo que se espera de él y su trastorno, etc., condicionan la intervención, aun sin se consciente de ello.